Debajo
de la alfombra no tengo un buen ángulo. Necesito una posición mas
practica. Pero odiaría asustarla. Entonces me quedo aquí hasta que
termine de ducharse.
No esta preocupada. Pero si supiera lo que
está a punto de pasar ni siquiera consideraría salir. Siento algo
de pena por ella. Pasar por esto...
El negro es fácil de
combinar. Negro con marrón y ya sé que nunca le enseñaron a
vestirse. Pero su cuerpo lo hace pasar desapercibido.
De todos lo
edificios tenias que vivir en el que tiene el techo del ascensor mas
incómodo. Su forma es caprichosa y me cuesta acomodarme entre sus
vigas.
Por fin esta caminando, ellos están cerca y casi puedo
saborear lo que pasará a continuación. Cree que puede pasar rápido
para que no noten sus piernas descubiertas y su escote atrevido. Pero
ahí viene el primer zarpazo pasando a milímetros de su cadera.
Logra
esquivarlo apurando aun mas el paso. Y no voltea, sigue intentando
sacar la mayor velocidad posible de esos empinados tacos. Sin embargo
ya la rodean.
Cada
frase es mas sucia que la anterior y sus asquerosas manos llegan
todavía mas cerca. Pero ella es tan fuerte. Patea al que tiene
directo enfrente en la entrepierna con precisión devastadora. Y sale
corriendo. Deja atrás esos tacos enormes y escapa. Parece que voy a
tener que esperar mas por mi recompensa.
El
policía que le toma declaración se le ríe.
―¡Pero
mirá como estás vestida mocosa! ¡A vos te tendrían que denunciar!
Una
buena noche de sueño casi la hace olvidar el mal trago. Se levanta
con el optimismo que le veo desde hace quince días. Pero eso se
acaba. Una ventana estalla, herida por una piedra de canto. Envuelta
en esa nota asquerosa, esa nota que la degrada, entiendo que esa
piedra no solo rompió la ventana. Destruyó su seguridad. Estoy
sonriendo. Finalmente esta cerca. Porque se desploma en un mar
trémulo de llanto. Y ahora me siento un poco culpable. Mas que un
poco. Pero sin duda mi recompensa es mas importante para mi. Necesito
eso para vivir y ella me lo proporciona.
Días se suceden. Suceden
en esta misma sala porque tiene miedo de salir. Y yo ya me estoy
aburriendo. Voy a tener que hacer algo... Pero hoy llegó mi
salvación. Suena el teléfono, y la voz del otro lado es la de
aquella noche. Con su vulgar tono y sus palabrotas depravadas a flor
de lengua.
― Carlitos,
el de la comisaria, es mi amigo, ahora no te salva nadie..
Le
promete cosas que le erizan la piel. Y además le jura que va a
terminar disfrutando lo que sea que su enferma cabeza fabrica. Ella
corta en un rapto de histeria descontrolada. Y en medio de una
cascada de lágrimas se lanza a la cama gritando. Ahora siento que mi
recompensa se acerca cada vez mas. Y se hace mas jugosa,
suculenta.
Lanzaron piedras con palabras sucias. Nada de
insinuaciones, solo asquerosas declaraciones. Una tras otra. Cuando
ya no hay ventanas para romper suben descaradamente hasta su puerta
para seguir con su "cortejo" retorcido. Esto esta tomando
demasiado tiempo...
Pero, sin que yo me hubiera imaginado,
mientras ella esta acurrucada en el cuarto, la puerta, desgastada por
los embates empieza a ceder. Del estruendo del ultimo empujón queda
cerrada solo por la cadena, que está endeble y se va a cortar. Por
eso ella sale gritando hacia la ventana. Se arroja hasta el balcón
vecino y luego hasta la calle. Logra sacar una cuadra de ventaja
antes que los salvajes puedan bajar para perseguirla. La sigo a ella
a través de los balcones que encuentro, pero pronto tengo que usar
las paredes porque es bastante rápida. Empiezo a felicitarme por mi
decisión, la misma que me costó mantener cuando veía su fuerza.
Aquí, en la segunda esquina ella lo encuentra. No lo reconoce al
principio. Sin embargo, cuando el sonríe, recuerda la comisaria, la
indefensión, la vergüenza. Y casi como un reflejo lo golpea en la
cara.
― ¡Te
dije que no te vistas así, piba!...
Ruge
mientras la arroja al suelo.
La tiene atrapada. Y entonces llegan
los demás. La rodean. Y la toman de los brazos y piernas.
Tragan
el anzuelo cuando la tiran al suelo e intentan desnudarla... ahora
les susurro desde el techo. Pero aun así no pueden ignorar mi voz.
Están paralizados. Bajo del techo con mi característica ingravidez.
Despacio para ver como sus ojos se desorbitan al verme. Soy un tipo
normal de traje. No es mi cabello dorado lo que les infunde terror.
Tampoco mi modesta estatura. Es la oscuridad en mis ojos, el odio en
mi aura, el olor a depredador. Y ellos son mi presa.
― ¿No
querrán gritar, verdad? No se preocupen, no los asesinare muy
rápido. ¡Ah! No creo que eso sea problema para unos hombresotes
como ustedes.,¿O si? Carlos, quiero ver como llora la idiota de tu
madre cuando vea tus pedazos en una mesa... jeje. Siempre le tuviste
miedo al dolor, Santino. Bueno, esto te va a doler. Javier, hace
cuanto que no te humillan un poco? Desde que tu padre murió? Un poco
de amor familiar para vos y para Mauricio, tu pequeño y pervertido
hermano.
Sinceramente
hubiera esperado que al menos uno se revelara. Que al menos un
pequeño ratón acorralado atacara al gato. Pero todos son igual de
cobardes. Sus rodillas no tienen la fuerza para mantenerse firmes
delante mío. Se sacuden tanto que tengo miedo que se quiebren solas
y yo no tenga oportunidad de destrozarlas.
Comienzan a correr. No
puedo creer que esto sea tan fácil. Han dejado a su víctima tirada
en el suelo. Ella no está asustada. Se acomoda el pijama y me mira a
los ojos. No sé por que me detengo a mirarla. No me importa
realmente su bienestar. O si?
Seguiré mi camino. Es tarde y
necesito al menos un bocado.
Ellos no lo saben, pero aquella
primera noche fueron marcados. Un pentáculo rojo ha sido grabado en
su interior, y puedo verlo adonde quiera que estén.
Por eso me
tomo el tiempo de flotar lentamente sobre los edificios para alcanzar
al primero.
Intenta trepar una reja para dejarme atrás. No hay
dudas que es el mas estúpido de los cinco. ¿No se dio cuenta de que
puedo volar? Creo que lo ayudaré. Bajo a la velocidad del sonido y
lo golpeo debajo para empujarlo sobre el alambrado. Me excedí.
Olvidé que los humanos son frágiles, sus piernas se desprendieron.
Voy a tener que exhalar fuego para quemar sus muñones y que no se
desangre. Seria un desperdicio si no está lo suficientemente
consciente para sentir terror.
Al parecer mi error tuvo un
resultado inesperado. Ahora está mas asustado. Sabe que va a morir.
El dolor tuvo bastante que ver, supongo. Lo recordare para la próxima
vez. Está tan lleno de miedo que se me hace agua la boca. Por
fin...
Cuando los dejas secos, carentes de fuerza vital allí en
el suelo todos tienen la misma cara. Quedan en ese grito eterno de
desesperación y dolor. Con sus mandíbulas tan estiradas que apenas
creerías que es posible. Este, Santino, podría tragarse un
cordero.
Aquel niño oyó los gritos. Ha salido a su
ventana. Evitaré volar. Me iré caminando para no llamar su
atención.
Una
vez que comienza el juego mi hambre ya empieza a saciarse. Elegí a
Carlos como el próximo. Me paro en el borde de su punto ciego vez
tras vez durante horas, sobre todo en aquellos lugares oscuros de la
casa. Me trasluzco en su espejo justo en lugar de su cara. Y sonrío,
siempre sonrío. Pensé que iba a gritar como una niña pero en
cambio se puso verde. No sabia que los humanos podían cambiar de
color. Su afeitadora hacia un sonido de tintineo plástico mientras
temblaba. Lo logré. Agoté sus nervios, lo llevé al limite del
terror y ahora es mio. Es mi alimento. Y ya es tiempo.
El
proceso fue todo un éxito, por eso cada vez que piensa que va a
encontrarme cuando se de vuelta, cada vez que paso como una sombra
fantasmal por el rabillo de su ojo me emociono. Puedo oler como su
miedo se prepara para mi. Me cuesta cada vez mas contenerme hasta que
está a punto la presa.
Afsâna
me está llamando. Espera solo un poco hasta que termine de preparar
mi comida. Solo un poco mas... ¿Por qué tengo que ir ahora? Me
quedaré solo unos segundos mas. El miedo terminará de explotar
cuando me muestre frente suyo. Eso es, soy yo. Muéstrame tu terror.
Ahora...
Todavía
tengo un festín por delante.
Carlos
me dio suficiente como para un par de años. Pero mi madre me enseñó
a no desperdiciar la comida. Los tiempos de abundancia ayudan a
prepararse para la escasez.
"Vos
fuiste..." Escuché. Detrás mio su voz es firme. Aunque
ciertamente las voces se me hacen muy diferentes cuando no vuelo
sobre ellas. Me recuerdan a los tiempos en los que me arrastraba en
mi mundo, tratando de darle aunque sea un mordisco a cualquier carne
que atravesara el sello.
― Que
ganabas con hacer que me violaran?
― Nadie
te violó ¿Sabes? Hay una línea delgada entre un episodio que te
fortalezca, que te transforme y uno que te destruya sin remedio
―
No, es cierto, no me violaron,
pero...
― Es lo que mi ama siempre
dice... yo te lo digo a ti...
Mi
ama me llamará la atención. No se habla con la carnada, aun si ha
terminado su trabajo.
Me voy de aquí. Desaparezco hundiéndome en
el suelo. Ya no hago esto seguido pero prefiero no volar
ahora.
Mauricio se pone mas nervioso por cada segundo que no puede
verme. A pesar de que no he estado cazándolo me ha estado sintiendo
en la nuca todo el tiempo. Mi trabajo estuvo bien hecho. Por eso
estoy sonriendo. Me ve ascender del pavimento frente a sus ojos. Y su
mirada se desgarra de terror. Se me hace agua la boca y ya no puedo
contenerme. Lo consumo violentamente. Le saco su fuerza vital con
tanta fruición que su cara casi se incendia. Pequeñas brasas
incluso se desprenden de su cara. La comida perfecta.
―
¿Vas a hacer lo mismo con todos.?
¿Como
hace para seguirme? Yo vuelo, amebo entre las sombras. Y ella en ese
pijama se las arregló para estar aquí.
―
Me usaste de carnada entonces.
Parece
molesta.
La
dejo atrás con sus quejas. Voy tan rápido que me cuesta detenerme.
Del impacto resultante, en el borde del cráter, yace mi presa.
Agitado, tan asustado que no pudo ni siquiera quedar inconsciente.
Por fin estoy frente a mi ultima presa. Amago un ataque solo para
asustarlo y comienza a orinarse... esto ya es casi demasiada
diversión. Me le río en la cara y sus sollozos son tan fuertes que
apenas puede respirar. No se valla a ahogar antes de que pueda
asesinarlo. Lo golpeo en el estomago y puedo ver el impacto escapar
por su espalda y romper casi todos sus órganos. Y ahora lo consumo
antes de que muera. Me llevo su fuerza vital. Hasta la ultima gota de
cada célula. Tiene los ojos bien abiertos Javier mientras le saco la
vida. Lo hago lento esta vez. Y mientras me satisfago escucho que me
dice:
― ¿Quien
es tu ama? ¿No merezco saber quien te mandó a provocar que me
torturen?
No
contesto. Realmente no entiendo eso de "merecer".
¿Significa que ella cree tener derecho a que yo le explique? No,
debo haber entendido mal...
Esta
vez me escondo en la oscuridad del suelo. No podrá seguirme si me
muevo a través de las sombras en los estratos inferiores. No podrá
verme. Aunque, si eso fuera cierto tal vez no estaría escuchando sus
pasos detrás mio. Aumentaré la velocidad.
Ya es hora de
que responda el llamado de mi ama. Estoy tan satisfecho que me cuesta
dejar de sonreír.
Me arrodillo ante la mujer que sobrevivió en
mi mundo sin convertirse en un espectro. Aquella que me trajo a
través del sello y me transformó de una criatura casi sin forma,
sin conciencia, un esquelético y gris esperpento reptante, a la
personificación de la elegancia y la belleza que soy hoy.
Pero de
repente se dirige a alguien más.
― Afsâna,
mucho gusto. ¿Quién eres tu y que haces en mis aposentos con esas
fachas? ― ahora se dirige a mi ―
¿No sera esta la última carnada, verdad?
Me
doy vuelta. Es ella. En su pijama rosa de verano.
― Por
qué usan a la gente de esa manera?
― Por
el bien mayor, querida. Si algo aprendí del inmundo de mi esposo es
que seres como esos no pertenecen a este mundo. Deben estar en el
mundo del que viene él ― me señala ― o
muertos. Servir de alimento a las fieras es demasiado honor para
basuras tan insignificantes. Y además, por si fuera poco,
fortalecemos el carácter de niñas como tú.
―
¿Para que sea como vos?
―
¿Te parece mal?
―
¿Que es él?
―
¡Ah! ¿El esclavo? ¡Si lo
hubieras visto hace unos meses! Era un monstruo gris con cuernos y
garras. Lo traje con la idea de tener algo de protección en la casa
pero cuando empezó a alimentarse en este mundo, empezó a cambiar.
Para mejor, desde mi punto de vista. Y cuando vi lo que podía hacer
cuando esta bien alimentado... bien... se me ocurrió.
―
¿Pero como controlas algo así?
―
El tiene mi sello hecho de mi propia sangre. Solo vive para
mi.
― ¿Querés
saber por que no quiero se como vos? Estas llena de odio. De eso se
alimenta él, ¿no? De odio y miedo.
Ella
no es igual a las demás carnadas. Se acerca a mi con su labio
golpeado, sangrando y pone su boca en la mía. Que ritual tan
extraño. Tragué su sangre y siento mi sello cambiando. Ahora me doy
cuenta. Mi ama, Afsâna, sí esta llena de odio. De repente se ve tan
apetecible que no puedo resistirme. Ella se da cuenta de mi cambio de
actitud recién cuando estoy sobre ella. Todo ese odio se sazona con
un profundo miedo. Me trago todo sin pensar y ella queda en el suelo
con sus ojos abiertos. No muere. Tantas visitas a mi mundo la
cambiaron, supongo. Y mientras mira el vacío sella el suelo y se
transporta a mi mundo.
―
¿Me llevas a casa?
Y
ahora me elevo con ella, con mi nueva ama, en brazos. Vuelve a poner
su boca en la mía aunque su herida ya no sangra. Aún así siento
que me alimenta. Un alimento diferente.